La puerta inter
dimensional de
Aramu Muru
runatumiylla@mistico.zzn.com
I
Había escuchado, como otras personas, la existencia de
puertas que nos abren el camino a otros mundos y dimensiones, así como al conocimiento y la luz de la
sabiduría, primero con curiosidad y
después con mucho interés se fue informando sobre algunas de ellas, pero, entre
todas, la que capto mas su interés, es la que esta ubicada en las cercanías del
lago sagrado de los Inkas,
TITI KAKA, a la que se conoce con diferentes nombres, entre
ellos los siguientes: Amaru Punku, Wilca
Uta, Puerta del diablo y Puerta de Aramu Muru
entre
otros.
La primera vez que escucho hablar de ella fue en boca del
venerable maestro Don Pedro a quien conoció a sus ochenta y siete años de edad
y de quien recibió muchas de las enseñanzas que
hoy alumbran y guían su camino espiritual.
Una tarde de invierno, junto al fogón de la cocina donde
preparaban una pócima
que serviría para
curar la luxación de cadera de una mujer del pueblo, Don Pedro le pidió que le
alcance unas ramitas de muña, una especie de menta nativa de los andes, las
mismas que agrego al preparado que realizaba en una olla de barro,
accidentalmente, una de las ramas cayo al fuego y se prendió inmediatamente, al
sentir el fuerte olor que emanaba, los ojos del anciano se quedaron como
hipnotizados fijos en aquella escena adquiriendo un brillo especial, era notorio
que su imaginación se había conectado con alguna situación especial vivida en
el pasado, luego de algunos instantes dijo:
- Recuérdame un día de estos que te cuente de cuando visite
Amaru Punku.
-¿Qué es eso?- pregunto Juan.
-Es una puerta muy especial, en realidad es una puerta
mágica... si el que la visita sabe conectarse bien con ella recibirá la luz y
el conocimiento.
Dicho esto se calló y siguieron con la preparación de la medicina hasta
terminar, luego se fueron a realizar la curación y después a
descansar.
El bicho de la curiosidad no lo dejaba tranquilo, quería
saber la historia de Amaru Punku, pero sabia por experiencias anteriores, que,
Don pedro siempre
Decía:
- Todo llega en su momento.
También decía.
- La enseñanza
llega en el momento preciso, no antes ni después.
Y es verdad, -nadie muere en la víspera- se dijo tratando de
convencerse a sí mismo que debía esperar a que el se animara a contar la
historia tan ansiada, pero, la idea del Amaru Punku estaba fija en su mente y
daba vueltas quitándole el sueño, no
pego un ojo hasta que la luz del alba se hizo presente, la idea de recibir
información sobre la puerta estaba dando vueltas en su cabeza, el maestro había
prometido contarle su historia; pasaron los días, las semanas, Después de algún
tiempo la idea se fue alejando y las
tareas cotidianas absorbieron su atención. Cuando sentía curiosidad y quería
pedirle que le cuente su historia, una frase resonaba en su cabeza, todo llega
en el momento preciso, luego respiraba profundamente y se decía a sí mismo, él decidirá
cuando es el momento.
Había pasado un tiempo, una mañana muy temprano el burro de
los vecinos se negaba a salir de la casa para ir a las labores del campo,
Víctor, su dueño, al tratar de forzarlo a salir, recibió una fuerte patada a la
altura de la rodilla y cayo al suelo, su mujer y su hija lo levantaron y casi
arrastrándolo lo llevaron a la presencia de Don Pedro y le pidieron su ayuda,
el examinó al enfermo y luego de entablillarle la pierna ordeno lo siguiente:
-Juan, prepara la misma medicina que utilizamos cuando
Sebastiana se luxó la cadera. Luego, se quedó viendo como hacia la preparación,
como si estuviera examinándolo, él, fue poniendo uno a uno los ingredientes y
cuando llego a la Muña, deliberadamente, dejo caer una ramita en el fuego, en
ese momento Don Pedro se había alejado dándole la espalda, pero, al sentir el
olor de la planta quemándose, le dijo:
-Si... recuerdo que debo contarte la historia de Amaru
Punku, termina rápido de preparar la
medicina y vamos a curar al enfermo, luego de eso, talvez hoy mismo te
cuente lo de mi visita a la puerta
mágica.
La tarde esta
cayendo, la curación ha sido hecha, Don Pedro se sentó en un cojín que había en
el suelo y empezó a contarle la historia de Amaru Punku.
II
La
Puerta mágica de Amaru Punku
Soy natural del Cusco, tenia yo
treinta y ocho años y acababa de perder a mi primera esposa cuando fui
convocado a la ciudad de Puno junto a
otras personas, paq’os, pampa misayocs, alto misayocs, yatiris, Kallahuayas y otros
curanderos y sacerdotes andinos, nos juntábamos por primera vez en muchísimos
años, El Pachacuti que para los pueblos andinos es un día solar que dura
aproximadamente mil años esta llegando a su fin, su noche estaba siendo muy
larga, pero, se acerca el despertar de un nuevo día, con una nueva luz que trae
esperanzas para nuestro pueblo ansioso de reencontrarse con su cultura y
reunificar el gran cuerpo de la madre tierra a quien nosotros llamamos
Pachamama, visitamos varios centros de energía o HUACAS e hicimos algunas
ceremonias, pidiendo luz y claridad para nuestras mentes nubladas por los
últimos tiempos en que la oscuridad había opacado nuestras esperanzas de un
futuro mejor, por la unión de nuestros pueblos y por la pronta llegada de la
nueva luz, como conclusión final acordamos volver a reunirnos al año siguiente
para el solsticio de invierno; después de siete días de reuniones y conferencias,
yo, me preparaba a emprender el viaje de regreso, sentí la necesidad de visitar
a Don Salustiano Mamani, respetado Yatiri Kolla para despedirme de
él y pedirle sus consejos, pues con su sabiduría se había ganado el
respeto de quienes lo conocían, en realidad, el y yo, habíamos logrado una gran
amistad, en un momento de nuestra conversación me dijo:
-Como te vas a ir tan rápido, Yo
quería llevarte al Ajayu Marka (Valle de los Espíritus) para que te encuentres
con los Achachilas (ancestros) aun estas con los huesos duros y fuertes
todavía, ustedes los jóvenes tienen que usar todo su vigor para recibir los
mensajes de los Apus, a los viejos solo nos queda mostrarles el camino y
enseñarles todo lo que hemos aprendido en nuestro recorrido por la vida, quizás,
cuando volvamos con nuevos ojos y en otro cuerpo podamos retomar la labor y
andar juntos por el camino.
Mi corazón se lleno de gozo, algo
nuevo y diferente se estaba abriendo para mí, debo dejarme llevar por este guía
me dije, volver ya no será igual, todo sucede en el momento que tiene que
suceder.
Tres
días después, estábamos frente a un conjunto de pequeñas montañas rocosas, al
verlas a lo lejos, semejantes a una manada de gigantes dinosaurios
petrificados, me saque el sombrero y las salude con respeto. La tarde estaba
cayendo, nos dirigimos a una casita muy pequeña, donde, al ver a Don
Salustiano, nos recibieron con mucha amabilidad y después de una larga y amena
platica, pasamos la noche, al calor de un hogar que teniendo poco, ofrece todo
de buen corazón.
A la mañana siguiente, muy temprano,
nos preparamos para dar el saludo a Hatún Inti, la gran luz de la creación,
aspersando chicha, licor y ofreciendo k’intus de coca, el alba empezó a clarear
muy limpiamente con un cielo azul, característico de nuestros andes, acompañado
por el canto de las aves, minutos después un briíllo resplandeciente ilumino
algunas de las blancas nubes, dándoles una tonalidad rojiza al principio y variando su color hasta tomar
una tonalidad violeta, mostrando seguidamente la presencia majestuosa e imponente
del Taita Inti(Padre Sol en
toda su iluminada circunferencia, mostrándonos un
maravilloso espectáculo que nos recordó que después de la noche oscura, siempre
llega un nuevo día trayendo una nueva luz que alimenta al Inti que llevamos en
nuestros corazones. Mire a los ojos
a Don Salustiano y él dijo:
-Hemos recibido la gran luz, estamos
preparados.
Nos dirigimos a la Huaca del encuentro
del APU KON TITI HUIRACOCHA, punto donde
uno conecta con las energías para pedir el permiso de los APUS para ingresar al
Ajayu Marka, tendimos las mantas ceremoniales sobre las que dispusimos la colocación de la ofrenda que brindaríamos
a las deidades, toque el Pututo con dirección a lo cuatro puntos cardinales y
finalmente hacia el astro solar para pedir su atención, las fuerzas cósmicas
parecían estar apoyándonos, pues, cuando armamos el árbol de la vida con las
hojas de coca, hasta el viento se inhibió de soplar, el fuego de las velas de
cebo ardió con dirección al cielo y el humo del Palo Santo y la Wiracoa era mas
aromático y albo como la nieve. Cuando la ceremonia estaba en su punto
culminante, llevamos la ofrenda al fuego prendido en ramas de arbustos
silvestres y bosta, las lenguas de fuego abrazaron cálidamente el alimento que
ofrecíamos a la Pachamama, tardo menos de una hora en consumirse todo, las cenizas
se coronaron blancas y sin grietas, abrimos un hueco en la tierra lo adornamos
con flores y frutos, vaciamos el contenido de una botella de vino y otra de
licor, luego pusimos las cenizas pronunciando con unción, Mijuy Mamitay (come
madrecita) luego don Salustiano me invito a subir a la Huaca un pequeño monte
de roca, como los muchos que se encuentran cuando se visita el
Ajayu Marka. En la Huaca me quite el
chullo me incline y le di un cálido beso amorosamente, saludándola y mostrándole
respeto, agradeciéndole por permitirme visitarla, una suave brisa acarició mi
rostro procedente del Titi Kaka, lago sagrado de los Inkas, sentí como una
invitación a adentrarme en las montañas, al poco rato caminábamos por el Ajayu
Marka admirando el paisaje y observando como la naturaleza en su inmensa
sabiduría ha labrado en la roca, a cada paso, formas y figuras que parecen
mostrar el camino que debemos seguir, hay formaciones pétreas que representan a
una familia entera dirigiéndose a la puerta de la sabiduría para recibir sus
enseñanzas, don Salustiano dijo:
-Cada formación tiene un mensaje diferente
para los visitantes y nos muestran el camino.
-¡Quiero correr!- Dije
-Ya vamos llegando –Me respondió –
deja que tu espíritu llegue con tu cuerpo.
Diez minutos después, bajando una pendiente nos vimos frente a una montaña de
roca en la que estaba labrada una gran puerta de unos siete metros de alto por
siete metros de largo. La primera
impresión que tuve dentro de mí fue:
-Es tan grande como deben haber sido
nuestros achachilas.
La puerta tiene dos pilares labrados
en bajorrelieve, a una profundidad en la que fácilmente se aloja el cuerpo de
una persona, al medio de las dos hay una pequeña puerta cuyos bordes semejan
aun cráneo humano, parecía haber sido hecha a mi medida, pues parado entraba
exactamente en ella. Taita Inti la saludaba iluminándola esplendorosamente, pues
ella esta dispuesta dando para el este. La paz y tranquilidad que he encontrado
en este lugar, me imagino, es como cuando el feto esta alojado en el placido
vientre de su madre, empecé a sentir como unlatido en la piedra, mi respiración se
acelero ligeramente, unos instantes después, me di cuenta que había cierto
ritmo acompasado entre la roca y yo que armonizaba nuestro encuentro, cada vez
me parecía mas blanda, hasta que en determinado momento se abrió ante mi y me
cedió paso por un túnel que apenas permitía que mi cuerpo se deslice hacia
delante, frente a mi había una luz que me atraía imperiosamente, avance como el
bebe que busca una salida para nacer, un camino que lo lleve hacia ese mundo
nuevo que no conoce, pero, que lo atrae irremediablemente, avance con miedo y
curiosidad a la vez, no sabia a donde me dirigía, pero, seguí avanzando, hasta
que todo se abrió ante mis ojos, en un instante me sentí muy pequeño e
indefenso, quise llorar de emoción, lo que había ante mis ojos era realmente
bello, hermoso hasta el éxtasis, era un lugar paradisíaco, había vegetación por
todos lados, con flores variadas y con frutos de todos los colores, en medio
había un camino finamente empedrado y junto a él un hombre y una mujer vestidos
de blanco con su cana cabellera que me tendían sus manos dándome la bienvenida
diciendo:
-Hola hermano Pedro, los maestros nos
anunciaron tu llegada, siéntete como en casa, ellos han dispuesto que recibas
la instrucción apropiada y están esperándote.
Dicho esto, avance en su compañía,
unos metros adelante se veía ante mis ojos un hermoso edificio construido con
piedra delicadamente labrada, pensé, así debe haber sido el KORIKANCHA o templo
del sol en el Cusco en sus tiempos de esplendor, en torno a él había muchas
personas también vestidas de blanco que al notar mi presencia, se acercaron a
mí y me saludaron muy amables, me dieron la bienvenida, después me entere que
ellos también eran visitantes, como yo, que estaban siendo formados para
ponerse al servicio de la humanidad.
Cada detalle de la construcción estaba
bien distribuido y cuidado primorosamente, esto estaba en armonía con las
personas que cuidaban el templo, pulcramente arreglados, con la mirada siempre
amable y dispuestos a ser útiles, abriendo el paso a los visitantes. Ingrese
solo y fui conducido a la presencia de un grupo de ancianos, cuya mirada
acogedora parecía emitir un brillo de luz y sabiduría, desbordantes de
sencillez y con una marcada disposición para brindar su ayuda y compartir sus
conocimientos; yo me sentí muy bien entre ellos y les manifesté mi deseo de ser
útil, hablamos durante mucho tiempo compartiendo ideas y fui recibiendo los
conocimientos que se guardaban en ese lugar desde la cultura ancestral; fui
guiado a visitar diferentes salones donde personas de diferentes edades eran adiestradas
en el
conocimiento del espíritu y la vida,
luego visitamos una habitación grande
donde había una gran mesa en la que
estaban dispuestas pequeñas mantas
ceremoniales, en varias de ellas había
diferentes objetos, me preguntaba ¿qué
serán? ;como respuesta uno de mis
guías dijo:
-Aquí acostumbramos a invitar a
nuestros visitantes a que dejen una
ofrenda personal como recuerdo de su
visita al Monasterio de los Siete
Rayos, si tu deseas puedes hacerlo
ahora.
No era cosa de pensarlo mucho, di una
rápida inspección a mis pertenencias,
tome el aro de matrimonio que había en
mi mano, lo puse sobre una de las
mantas vacías (apenas hice esto, vi a
mí fallecida esposa con una sonrisa
amplia, sus ojos me miraron dulcemente
y se alejo diciéndome- ¡estaré bien...
¡
Mis ojos se humedecieron de emoción y sentí que desde aquel instante la
había dejado en libertad para seguir
su camino espiritual. Salimos a un
hermoso jardín desde donde se podía
observar la declinación del sol como
diciéndonos “Ha terminado una jornada,
mañana nos veremos nuevamente”
luego nos dirigimos a un amplio
comedor en cuyas mesas el alimento diario
estaba dispuesto opíparamente para
todos los visitantes y habitantes del
templo. Después de la cena, cada cual
fue retirándose a sus habitaciones
para un descanso reparador, yo fui
guiado a una pequeña habitación muy acogedora y cómoda, no sentía
cansancio, pero, decidí que debería dormir
temprano para estar en mejor
disposición al día siguiente, apenas puse la
cabeza sobre la almohada, me quede
profundamente dormido.
Estaba yo paseando por un prado verde
observando la belleza de la
naturaleza cuando sentí que alguien
presionaba mis hombros y arrancándome del suelo y me elevaba por los aires, me
volví a verlo y era un gran cóndor que me llevaba asido de sus garras en un
vuelo inesperado, desde donde podía observar un amplio panorama bajo mis pies,
cuando estábamos muy arriba el cóndor me dijo:
-¿Ves a ese grupo de gente allá abajo?
-Si – respondí- se ven muy
pequeños.
-Se ven muy pequeños, pero, no hay que
engañarse, todo depende de la perspectiva que tengas para ver las cosas, algunos
de ellos en realidad son más grandes que tu, nunca dejes que lo que tus ojos
ven influyan sobre tus decisiones o tus sentimientos; recuerda que puedes subir
muy alto o crecer mucho, pero lo importante es seguir siendo tú en esencia.
Dicho esto, dejó de presionar mis
hombros y me dejo en una caída libre desesperante, mi primera reacción fue de
auto protección, así que abrí mucho los ojos, puse toda mi atención en mi vista
para saber donde y como caería, al fijar la vista desorbitadamente me di cuenta
que estaba sobre el lecho en el que dormía y que todo había sido un sueño.
Me empecé a preguntar cuál podría ser
el significado de este sueño, luego me di cuenta que la gente que había visto
desde lo alto eran aquellos con quienes compartí el día anterior, en este magnifico lugar donde nadie se mostraba como
el líder y sin embargo todo estaba tan bien organizado, todo era llevado de
manera comunitaria y nadie parecía tener la necesidad de notoriedad.
Los primeros cantos de las aves me
hicieron volver a la realidad, anunciando la llegada del nuevo día, la gran luz
todavía no se hacia presente, estaba a tiempo
de salir a recibirla y me apresure a hacerlo,
en el camino me percate de que no era el único, intercambie saludos con otras
personas que también se dirigían al exterior, ya afuera estaban apostados otros
hermanos mirando hacia el este donde se vislumbraban los primeros rayos de luz
que poco a poco iban tomando mas intensidad y aclaraban cada vez mas el límpido
cielo azul que cual manto protector se extendía sobre nuestras cabezas, imponiendo
el triunfo de la luz sobre las sombras de la noche, recordándonos la
omnipresencia del Jatun Inti o luz de la creación acudiendo a nosotros para renovar el pacto
cotidiano de encuentro con la vida.
Como lo hacemos en el mundo andino
desde el inicio del tiempo y enseñados por nuestros abuelos y padres de
generación en generación, casi todos en el grupo, realizábamos el saludo al
padre Inti poniendo la mano derecha en el corazón y la mano izquierda a la altura del ombligo con la cabeza ligeramente
inclinada dando la bienvenida a la aparición del astro solar o Tayta Inti que
se mostraba esplendoroso en el horizonte, luego de esto intercambiamos miradas
de luz y fraternidad, todos parecíamos querer compartir la luz que acabábamos
de recibir en nuestros corazones.
Como en procesión organizada, el grupo
empezó a encaminarse con dirección al templo que se hallaba hacia el oeste, su
puerta parecía estar directamente iluminada por el sol y al mismo tiempo responder
con una luz propia desde su interior, paso a paso nos fuimos acercando e
ingresamos uno por uno en forma ordenada y tomando lugar alrededor de un salón
grande en cuyo centro había un reluciente Disco Solar, calculo que su diámetro
era algo así
como de un metro, parecía estar suspendido
en el aire, pero, micuriosidad me permitió ver que dos finas cuerdas lo sujetaban
y fijaban a los extremos angulares del techo, su brillo era fulgurante y
parecía de oro delicadamente pulido, ¿era oro? ¿Cómo podía serlo? Al mismo
tiempo se notaba transparente, pues permitía ver lo que había detrás de él. Se
acerco un sacerdote y tomando el reflejo del sol en una fuente con paja,
recibió el fuego que luego entrego a uno de los guardianes, algo así como los
Wilka Nina que preservaban el fuego que se recibía en el Koricancha. Ver el
Disco era una sensación que maravillaba, era como estar frente al astro solar
mirándolo cara a cara, recibiendo su energía y mostrándole respeto al mismo
tiempo; un maravilloso dialogo de tú a tu que me llevo a un estado meditativo
de semiinconsciencia, iniciando al mismo tiempo un viaje por la ruta del
conocimiento... Salí de este trance
cuando una mano delicadamente tocaba mi hombro izquierdo, uno de los guardianes
en voz baja me dijo.
-Hermano, casi todos han salido, es salón
debe quedar vacio para la purificación con los humos sagrados, nos gustaría
disfrutar de tu compañía en el almuerzo.
-¿Qué hora es?- pregunte
-Es el medio día, el padre sol se
encuentra en el punto mas alto –respondió- por favor acompáñame.
Nos dirigimos al comedor, los frutos
que la Mamapacha brinda a sus hijos estaban ordenadamente servidos sobre la mesa,
para regalarnos su energía revitalizadora y parecían invitarnos a un festín.
Tome unas cuantas frutas y me enfrasque en una amena conversación con tres
personas que como yo, visitaban el
lugar, dos de ellos acababan de llegar muy temprano en la mañana.
-¿De donde vienen? –les pregunte.
-De aquí cerca – respondió él mas
joven- íbamos de Putina con rumbo a Sandia, buscábamos un lugar donde descansar,
nos encontramos con dos personas que nos dieron la bienvenida y nos invitaron a
este lugar.
-¿y tu? –interrogamos al tercero.
-Yo llegue anteayer –dijo- es mi
segunda vez aquí, las dos veces llegue a
través de Wilca Uta (también llamada
Amaru Punku).
La conversación se torno amena y cada
uno fue hablando de su lugar de
origen y sus experiencias, ocupación y
vivencias personales, sin percatarnos las sombras de la noche habían llegado y
tuvimos que despedirnos para ir a descansar.
El hombre que me guiaba a mis aposentos,
me invitó a pasar a una habitación donde habían dos grandes mesas en las que
había varios cristales finamente trabajados, me dijo:
-Ayer, dejaste un presente en la mesa
de las ofrendas. Ahora puedes tomar el cristal que más te guste.
Desde mi ingreso al salón, mis ojos
quedaron pegados a un cristal redondo que parecía una replica del Disco Solar
que había visto por la mañana en el templo, tenia unos diez centímetros de
diámetro, lo tome en mis manos y
sentí su energía y solidez, parecía
atraerme como un imán y decirme somos complemento.
-Me gusta este –pronuncie- puedo
llevarlo conmigo.
-Me parece bien – respondió- y mañana, después del saludo a Tayta Inti, tienes
un paseo con el hermano Q’enko, a él le va a gustar mucho compartir el día
contigo.
Me retire a mi habitación y me quede dormido
rápidamente, la mañana siguiente casi me sorprendió con luz me vestí rápidamente
y salí al encuentro de los hermanos que ya se preparaban a recibir al padre
sol, al terminar nuestro saludo y cuando nos dirigíamos al templo del Disco
Solar, se acerco a mi un hombre mayor.
-Soy el hermano Q’enko –me dijo- hoy
nos toca compartir el día.
-¿Cómo estas hermano? –lo salude-
¿debo llevar algo?
-No, yo he traído nuestro fiambre -me
entrego una bolsa de comida- vamos a seguir la ruta del sol.
Dicho esto nos dirigimos con
rumbo al oeste, por un instante me puse
a observarlo, su larga y blanca cabellera, los surcos que adornaban su frente y
sus ojos, hacían evidente su avanzada edad, pero, su espíritu era mas joven que
el mío y yo tenia que esforzarme para no quedarme rezagado al seguir su ritmo
de caminata, empecé a admirarlo cada vez mas, pues su conversación era muy
sencilla y profunda a la vez, cuando oía mis palabras, sus ojos me animaban a
continuar, y su mirada corregía mis equivocaciones, aprendí de él que es mas
importante oír que hablar, y que, no es necesario contradecir al interlocutor
para hacerle ver sus errores. Yo sentía que mis conocimientos se incrementaban
sin que él pronunciara palabra alguna.
Al medio día tendimos una manta sobre
el pasto verde y dispusimos sobre ella los alimentos que habíamos llevado, compartimos
el almuerzo como dos personas que se conocen de toda la vida, éramos como dos
niños que compartían el mismo juego, como dos almas que se fusionan sin pensar
en otra cosa que no sea una entrega limpia y pura de perdurable amistad. El sueño
con el gran cóndor comenzó a tener mas sentido, estaba frente a un gran maestro
que se mostraba ante mí con la sencillez y pureza del hombre cuya inocencia vive
perdurablemente en su espíritu.
El tomo la palabra y me dijo:
-Gracias Pedro, me haz enseñado
mucho...
Se me adelantaba con las palabras, era
exactamente lo que estaba pensando decirle, antes de que pudiera contestarle
continuo: -Tu visita esta por terminar, serás bienvenido cuando quieras volver.
Quiero
agregar tres mensajes a todos los que
has recibido en esta visita.
PRIMERO: Acepta lo que la vida pone en
tu camino sin cuestionar si es
bueno o malo, cada suceso es una
enseñanza que te sirve para madurar en el momento que viene a ti y te sirve
de preparación para el futuro.
SEGUNDO: Lo que tu piensas o sientes,
es útil para ti, aprende a respetar y aceptar las ideas ajenas, si no
concuerdas con ellas, muy pronto aprenderás que son útiles para la experiencia
de quien las lleva a la practica.
TERCERO: Reconoce los logros ajenos y
crecerás, y cuando analices los errores de los demás, recuerda que como seres
humanos somos susceptibles de equivocarnos, pero ante todo recuerda que no hay
seres superiores y no hay seres inferiores, hay solamente hermanos que en
comunidad alcanzaremos el desarrollo de toda la humanidad.
- TUPAYNINCHIS CAMA (Hasta que
volvamos a encontrarnos)- me saludo en signo de despedida.
Yo, lleve mi mano derecha a la altura
del corazón y la izquierda a la altura del ombligo inclinado la cabeza en señal
de respeto, luego me erguí y no alcanzaba a comprender como es que tenia la
sólida roca del Amaru Punku junto a mis
narices, por un instante no sabia ni quería comprender lo que pasaba, di un
giro sobre mis pies y vi a Don Salustiano sentado frente a la puerta masticando
su coca, me acerque y le dije:
-Maestro, ¿cómo sabia que volvería
hoy?
-¿Volverías de donde? –replicó- no te
has movido de este lugar.
-¡Pero maestro! Yo he visitado durante
tres días el...
No –interrumpió- has permanecido durante
treinta minutos frente a la puerta –sonrió- espero que hayas tenido un buen
encuentro, ahora es tiempo de emprender el regreso.
Durante todo el camino de retorno, solo
intercambiamos unas pocas palabras, a pesar de las miradas de comprensión que
él me daba, yo, estaba dándole vueltas a mis ideas, tratando de encontrar una
explicación a todo lo que había vivido, o creía haber experimentado, la
conclusión final a la que llegue era que lo importante de todo, eran, los
conocimiento que había recibido, la experiencia adquirida seria inolvidable,
llegamos al día siguiente a la ciudad de Puno, muy entrada la noche. Finalmente decidí volver al Cusco lo
mas pronto posible.
A la mañana siguiente, después de un
sueño reparador, hice mis maletas y me despedí de Don Salustiano y su familia para luego embarcarme en el tren, ya
instalado en un coche de segunda clase, estaba sentado frente a una pareja de
esposos que serian mis compañeros de viaje hasta el pueblo de Urcos, desde
donde se disponían a abordar un camión
que los llevaría a buscar trabajo en Puerto Maldonado, una interminable
conversación se prolongo por algunas horas, entrados en confianza, los esposos
compartieron conmigo un poco de Kankacho
(asado de cordero) que compraron en
Ayaviri, en señal de reciprocidad quise compartir con ellos un poco de coca que
llevaba en mi chuspa (bolsa tejida); al abrirla comprendí por que tenia un peso
mayor que el habitual, en su interior se hallaba el disco de cristal, replica
del Disco Solar, que recibí como recuerdo de mi viaje a travez de la puerta
mágica de Amaru Punku o Willca Uta.
La historia que el maestro le contó no terminaba allí, con su lerdo andar el venerable
anciano se acercó a una vitrina sobre la cual se encontraba la replica del
Disco Solar que había traído de su
visita a la puerta mágica, lo puso en las
manos de Juan y le dijo:
- Este es uno de mis tesoros mas
preciados, cuando yo muera quiero que lo entierres junto a las cenizas que
quedaran de la ceremonia de mi despedida de difunto.
Juan abrazó a su maestro,desde la energía de su corazón, la
tarea que este le encomendaba era una muestra de confianza extrema, era también
una gran responsabilidad que cumpliría a
cualquier costo.
Juan ha cumplido con su promesa: La ceremonia de despedida
de difunto se realizó el día 18 de diciembre de 1999, las cenizas de la ropa
del maestro, acompañadas del Disco Solar reposan cerca de la comunidad de
Willoc, Ollantaytambo en el departamento del Cusco, de donde era natural el
entrañable maestro Don Pedro.
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