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martes, 4 de junio de 2013

Puerta de Aramu Muru

   

La puerta inter dimensional de
Aramu Muru
AUTOR:   Raul Juan Tomaylla Lezama  Apu Runa
    runatumiylla@mistico.zzn.com

I
Había escuchado, como otras personas, la existencia de puertas que nos abren el camino a otros mundos y dimensiones, así  como al conocimiento y la luz de la sabiduría, primero con curiosidad  y después con mucho interés se fue informando sobre algunas de ellas, pero, entre todas, la que capto mas su interés, es la que esta ubicada en las cercanías del lago sagrado de los Inkas,
TITI KAKA, a la que se conoce con diferentes nombres, entre ellos los siguientes:  Amaru Punku, Wilca Uta, Puerta del diablo y Puerta de Aramu Muru
entre otros.
La primera vez que escucho hablar de ella fue en boca del venerable maestro Don Pedro a quien conoció a sus ochenta y siete años de edad y de quien recibió muchas de las enseñanzas que  hoy alumbran y guían su camino espiritual.
Una tarde de invierno, junto al fogón de la cocina donde preparaban una pócima
que  serviría para curar la luxación de cadera de una mujer del pueblo, Don Pedro le pidió que le alcance unas ramitas de muña, una especie de menta nativa de los andes, las mismas que agrego al preparado que realizaba en una olla de barro, accidentalmente, una de las ramas cayo al fuego y se prendió inmediatamente, al sentir el fuerte olor que emanaba, los ojos del anciano se quedaron como hipnotizados fijos en aquella escena adquiriendo un brillo especial, era notorio que su imaginación se había conectado con alguna situación especial vivida en el pasado, luego de algunos instantes dijo:
- Recuérdame un día de estos que te cuente de cuando visite Amaru Punku.
-¿Qué es eso?- pregunto Juan.
-Es una puerta muy especial, en realidad es una puerta mágica... si el que la visita sabe conectarse bien con ella recibirá la luz y el conocimiento.
Dicho esto se calló y siguieron con  la preparación de la medicina hasta
terminar, luego se fueron a realizar la curación y después a descansar.
El bicho de la curiosidad no lo dejaba tranquilo, quería saber la historia de Amaru Punku, pero sabia por experiencias anteriores, que, Don pedro siempre
Decía:
- Todo llega en su momento.
También decía.
-    La enseñanza llega en el momento preciso, no antes ni después.
Y es verdad, -nadie muere en la víspera- se dijo tratando de convencerse a sí mismo que debía esperar a que el se animara a contar la historia tan ansiada, pero, la idea del Amaru Punku estaba fija en su mente y daba vueltas quitándole el sueño,  no pego un ojo hasta que la luz del alba se hizo presente, la idea de recibir información sobre  la puerta estaba  dando vueltas en su cabeza, el maestro había prometido contarle su historia; pasaron los días, las semanas, Después de algún tiempo la  idea se fue alejando y las tareas cotidianas absorbieron su atención. Cuando sentía curiosidad y quería pedirle que le cuente su historia, una frase resonaba en su cabeza, todo llega en el momento preciso, luego respiraba profundamente y se decía a sí mismo, él decidirá cuando es el momento.
Había pasado un tiempo, una mañana muy temprano el burro de los vecinos se negaba a salir de la casa para ir a las labores del campo, Víctor, su dueño, al tratar de forzarlo a salir, recibió una fuerte patada a la altura de la rodilla y cayo al suelo, su mujer y su hija lo levantaron y casi arrastrándolo lo llevaron a la presencia de Don Pedro y le pidieron su ayuda, el examinó al enfermo y luego de entablillarle la pierna ordeno lo siguiente:
-Juan, prepara la misma medicina que utilizamos cuando Sebastiana se luxó la cadera. Luego, se quedó viendo como hacia la preparación, como si estuviera examinándolo, él, fue poniendo uno a uno los ingredientes y cuando llego a la Muña, deliberadamente, dejo caer una ramita en el fuego, en ese momento Don Pedro se había alejado dándole la espalda, pero, al sentir el olor de la planta quemándose, le dijo:
-Si... recuerdo que debo contarte la historia de Amaru Punku, termina rápido de preparar la   medicina y vamos a curar al enfermo, luego de eso, talvez hoy mismo te cuente lo de mi visita  a la puerta mágica.
 La tarde esta cayendo, la curación ha sido hecha, Don Pedro se sentó en un cojín que había en el suelo y empezó a contarle la historia de Amaru Punku.

II
La Puerta mágica de Amaru Punku
Soy natural del Cusco, tenia yo treinta y ocho años y acababa de perder a mi primera esposa cuando fui convocado  a la ciudad de Puno junto a otras personas, paq’os, pampa misayocs, alto misayocs, yatiris, Kallahuayas y otros curanderos y sacerdotes andinos, nos juntábamos por primera vez en muchísimos años, El Pachacuti que para los pueblos andinos es un día solar que dura aproximadamente mil años esta llegando a su fin, su noche estaba siendo muy larga, pero, se acerca el despertar de un nuevo día, con una nueva luz que trae esperanzas para nuestro pueblo ansioso de reencontrarse con su cultura y reunificar el gran cuerpo de la madre tierra a quien nosotros llamamos Pachamama, visitamos varios centros de energía o HUACAS e hicimos algunas ceremonias, pidiendo luz y claridad para nuestras mentes nubladas por los últimos tiempos en que la oscuridad había opacado nuestras esperanzas de un futuro mejor, por la unión de nuestros pueblos y por la pronta llegada de la nueva luz, como conclusión final acordamos volver a reunirnos al año siguiente para el solsticio de invierno; después de siete días de reuniones y conferencias, yo, me preparaba a emprender el viaje de regreso, sentí la necesidad de visitar a Don Salustiano Mamani, respetado Yatiri Kolla para  despedirme de  él y pedirle sus consejos, pues con su sabiduría se había ganado el respeto de quienes lo conocían, en realidad, el y yo, habíamos logrado una gran amistad, en un momento de nuestra conversación me dijo:
-Como te vas a ir tan rápido, Yo quería llevarte al Ajayu Marka (Valle de los Espíritus) para que te encuentres con los Achachilas (ancestros) aun estas con los huesos duros y fuertes todavía, ustedes los jóvenes tienen que usar todo su vigor para recibir los mensajes de los Apus, a los viejos solo nos queda mostrarles el camino y enseñarles todo lo que hemos aprendido en nuestro recorrido por la vida, quizás, cuando volvamos con nuevos ojos y en otro cuerpo podamos retomar la labor y andar juntos por el camino.
Mi corazón se lleno de gozo, algo nuevo y diferente se estaba abriendo para mí, debo dejarme llevar por este guía me dije, volver ya no será igual, todo sucede en el momento que tiene que suceder.
Tres días después, estábamos frente a un conjunto de pequeñas montañas rocosas, al verlas a lo lejos, semejantes a una manada de gigantes dinosaurios petrificados, me saque el sombrero y las salude con respeto. La tarde estaba cayendo, nos dirigimos a una casita muy pequeña, donde, al ver a Don Salustiano, nos recibieron con mucha amabilidad y después de una larga y amena platica, pasamos la noche, al calor de un hogar que teniendo poco, ofrece todo de buen corazón.
A la mañana siguiente, muy temprano, nos preparamos para dar el saludo a Hatún Inti, la gran luz de la creación, aspersando chicha, licor y ofreciendo k’intus de coca, el alba empezó a clarear muy limpiamente con un cielo azul, característico de nuestros andes, acompañado por el canto de las aves, minutos después un briíllo resplandeciente ilumino algunas de las blancas nubes, dándoles una tonalidad rojiza  al principio y variando su color hasta tomar una tonalidad violeta, mostrando seguidamente la presencia majestuosa e imponente del Taita Inti(Padre    Sol  en  toda  su  iluminada circunferencia, mostrándonos un maravilloso espectáculo que nos recordó que después de la noche oscura, siempre llega un nuevo día trayendo una nueva luz que alimenta al Inti que llevamos en nuestros corazones. Mire a los ojos
a Don Salustiano y él dijo:
-Hemos recibido la gran luz, estamos preparados.
Nos dirigimos a la Huaca del encuentro del APU KON TITI  HUIRACOCHA, punto donde uno conecta con las energías para pedir el permiso de los APUS para ingresar al Ajayu Marka, tendimos las mantas ceremoniales sobre las que dispusimos  la colocación de la ofrenda que brindaríamos a las deidades, toque el Pututo con dirección a lo cuatro puntos cardinales y finalmente hacia el astro solar para pedir su atención, las fuerzas cósmicas parecían estar apoyándonos, pues, cuando armamos el árbol de la vida con las hojas de coca, hasta el viento se inhibió de soplar, el fuego de las velas de cebo ardió con dirección al cielo y el humo del Palo Santo y la Wiracoa era mas aromático y albo como la nieve. Cuando la ceremonia estaba en su punto culminante, llevamos la ofrenda al fuego prendido en ramas de arbustos silvestres y bosta, las lenguas de fuego abrazaron cálidamente el alimento que ofrecíamos a la Pachamama, tardo menos de una hora en consumirse todo, las cenizas se coronaron blancas y sin grietas, abrimos un hueco en la tierra lo adornamos con flores y frutos, vaciamos el contenido de una botella de vino y otra de licor, luego pusimos las cenizas pronunciando con unción, Mijuy Mamitay (come madrecita) luego don Salustiano me invito a subir a la Huaca un pequeño monte de roca, como los muchos que se encuentran cuando se visita el
Ajayu Marka. En la Huaca me quite el chullo me incline y le di un cálido beso amorosamente, saludándola y mostrándole respeto, agradeciéndole por permitirme visitarla, una suave brisa acarició mi rostro procedente del Titi Kaka, lago sagrado de los Inkas, sentí como una invitación a adentrarme en las montañas, al poco rato caminábamos por el Ajayu Marka admirando el paisaje y observando como la naturaleza en su inmensa sabiduría ha labrado en la roca, a cada paso, formas y figuras que parecen mostrar el camino que debemos seguir, hay formaciones pétreas que representan a una familia entera dirigiéndose a la puerta de la sabiduría para recibir sus enseñanzas, don Salustiano dijo:
-Cada formación tiene un mensaje diferente para los visitantes y nos muestran el camino.
-¡Quiero correr!- Dije
-Ya vamos llegando –Me respondió – deja que tu espíritu llegue con tu cuerpo.
Diez minutos después, bajando una  pendiente nos vimos frente a una montaña de roca en la que estaba labrada una gran puerta de unos siete metros de alto por siete metros de  largo. La primera impresión que tuve dentro de mí fue:
-Es tan grande como deben haber sido nuestros achachilas.
La puerta tiene dos pilares labrados en bajorrelieve, a una profundidad en la que fácilmente se aloja el cuerpo de una persona, al medio de las dos hay una pequeña puerta cuyos bordes semejan aun cráneo humano, parecía haber sido hecha a mi medida, pues parado entraba exactamente en ella. Taita Inti la saludaba iluminándola esplendorosamente, pues ella esta dispuesta dando para el este. La paz y tranquilidad que he encontrado en este lugar, me imagino, es como cuando el feto esta alojado en el placido vientre de su madre, empecé a sentir como unlatido en la piedra, mi respiración se acelero ligeramente, unos instantes después, me di cuenta que había cierto ritmo acompasado entre la roca y yo que armonizaba nuestro encuentro, cada vez me parecía mas blanda, hasta que en determinado momento se abrió ante mi y me cedió paso por un túnel que apenas permitía que mi cuerpo se deslice hacia delante, frente a mi había una luz que me atraía imperiosamente, avance como el bebe que busca una salida para nacer, un camino que lo lleve hacia ese mundo nuevo que no conoce, pero, que lo atrae irremediablemente, avance con miedo y curiosidad a la vez, no sabia a donde me dirigía, pero, seguí avanzando, hasta que todo se abrió ante mis ojos, en un instante me sentí muy pequeño e indefenso, quise llorar de emoción, lo que había ante mis ojos era realmente bello, hermoso hasta el éxtasis, era un lugar paradisíaco, había vegetación por todos lados, con flores variadas y con frutos de todos los colores, en medio había un camino finamente empedrado y junto a él un hombre y una mujer vestidos de blanco con su cana cabellera que me tendían sus manos dándome la bienvenida diciendo: 
-Hola hermano Pedro, los maestros nos anunciaron tu llegada, siéntete como en casa, ellos han dispuesto que recibas la instrucción apropiada y están esperándote.
Dicho esto, avance en su compañía, unos metros adelante se veía ante mis ojos un hermoso edificio construido con piedra delicadamente labrada, pensé, así debe haber sido el KORIKANCHA o templo del sol en el Cusco en sus tiempos de esplendor, en torno a él había muchas personas también vestidas de blanco que al notar mi presencia, se acercaron a mí y me saludaron muy amables, me dieron la bienvenida, después me entere que ellos también eran visitantes, como yo, que estaban siendo formados para ponerse al servicio de la humanidad.
Cada detalle de la construcción estaba bien distribuido y cuidado primorosamente, esto estaba en armonía con las personas que cuidaban el templo, pulcramente arreglados, con la mirada siempre amable y dispuestos a ser útiles, abriendo el paso a los visitantes. Ingrese solo y fui conducido a la presencia de un grupo de ancianos, cuya mirada acogedora parecía emitir un brillo de luz y sabiduría, desbordantes de sencillez y con una marcada disposición para brindar su ayuda y compartir sus conocimientos; yo me sentí muy bien entre ellos y les manifesté mi deseo de ser útil, hablamos durante mucho tiempo compartiendo ideas y fui recibiendo los conocimientos que se guardaban en ese lugar desde la cultura ancestral; fui guiado a visitar diferentes salones donde personas de diferentes edades eran adiestradas en el
conocimiento del espíritu y la vida, luego visitamos una habitación grande
donde había una gran mesa en la que estaban dispuestas pequeñas mantas
ceremoniales, en varias de ellas había diferentes objetos, me preguntaba ¿qué
serán? ;como respuesta uno de mis guías dijo:
-Aquí acostumbramos a invitar a nuestros visitantes a que dejen una
ofrenda personal como recuerdo de su visita al Monasterio de los Siete
Rayos, si tu deseas puedes hacerlo ahora.
No era cosa de pensarlo mucho, di una rápida inspección a mis pertenencias,
tome el aro de matrimonio que había en mi mano, lo puse sobre una de las
mantas vacías (apenas hice esto, vi a mí fallecida esposa con una sonrisa
amplia, sus ojos me miraron dulcemente y se alejo diciéndome- ¡estaré bien...
¡  Mis ojos se humedecieron de emoción y sentí que desde aquel instante la
había dejado en libertad para seguir su camino espiritual. Salimos a un
hermoso jardín desde donde se podía observar la declinación del sol como
diciéndonos “Ha terminado una jornada, mañana nos veremos nuevamente”
luego nos dirigimos a un amplio comedor en cuyas mesas el alimento diario
estaba dispuesto opíparamente para todos los visitantes y habitantes del
templo. Después de la cena, cada cual fue retirándose a sus habitaciones
para un descanso reparador, yo fui guiado a una pequeña habitación muy acogedora y cómoda, no sentía cansancio, pero, decidí que debería dormir
temprano para estar en mejor disposición al día siguiente, apenas puse la
cabeza sobre la almohada, me quede profundamente dormido.
Estaba yo paseando por un prado verde observando la belleza de la
naturaleza cuando sentí que alguien presionaba mis hombros y arrancándome del suelo y me elevaba por los aires, me volví a verlo y era un gran cóndor que me llevaba asido de sus garras en un vuelo inesperado, desde donde podía observar un amplio panorama bajo mis pies, cuando estábamos muy arriba el cóndor me dijo: 
-¿Ves a ese grupo de gente allá abajo?
-Si – respondí- se ven muy pequeños. 
-Se ven muy pequeños, pero, no hay que engañarse, todo depende de la perspectiva que tengas para ver las cosas, algunos de ellos en realidad son más grandes que tu, nunca dejes que lo que tus ojos ven influyan sobre tus decisiones o tus sentimientos; recuerda que puedes subir muy alto o crecer mucho, pero lo importante es seguir siendo tú en esencia.
Dicho esto, dejó de presionar mis hombros y me dejo en una caída libre desesperante, mi primera reacción fue de auto protección, así que abrí mucho los ojos, puse toda mi atención en mi vista para saber donde y como caería, al fijar la vista desorbitadamente me di cuenta que estaba sobre el lecho en el que dormía y que todo había sido un sueño.
Me empecé a preguntar cuál podría ser el significado de este sueño, luego me di cuenta que la gente que había visto desde lo alto eran aquellos con quienes compartí el día anterior, en  este magnifico lugar donde nadie se mostraba como el líder y sin embargo todo estaba tan bien organizado, todo era llevado de manera comunitaria y nadie parecía tener la necesidad de notoriedad.
Los primeros cantos de las aves me hicieron volver a la realidad, anunciando la llegada del nuevo día, la gran luz todavía no se hacia presente, estaba  a tiempo de salir a recibirla y me  apresure a hacerlo, en el camino me percate de que no era el único, intercambie saludos con otras personas que también se dirigían al exterior, ya afuera estaban apostados otros hermanos mirando hacia el este donde se vislumbraban los primeros rayos de luz que poco a poco iban tomando mas intensidad y aclaraban cada vez mas el límpido cielo azul que cual manto protector se extendía sobre nuestras cabezas, imponiendo el triunfo de la luz sobre las sombras de la noche, recordándonos la omnipresencia del Jatun Inti o luz de la creación  acudiendo a nosotros para renovar el pacto cotidiano de encuentro con la vida.
Como lo hacemos en el mundo andino desde el inicio del tiempo y enseñados por nuestros abuelos y padres de generación en generación, casi todos en el grupo, realizábamos el saludo al padre Inti poniendo la mano derecha en el corazón y la mano izquierda  a la altura del ombligo con la cabeza ligeramente inclinada dando la bienvenida a la aparición del astro solar o Tayta Inti que se mostraba esplendoroso en el horizonte, luego de esto intercambiamos miradas de luz y fraternidad, todos parecíamos querer compartir la luz que acabábamos de recibir en nuestros corazones.
Como en procesión organizada, el grupo empezó a encaminarse con dirección al templo que se hallaba hacia el oeste, su puerta parecía estar directamente iluminada por el sol y al mismo tiempo responder con una luz propia desde su interior, paso a paso nos fuimos acercando e ingresamos uno por uno en forma ordenada y tomando lugar alrededor de un salón grande en cuyo centro había un reluciente Disco Solar, calculo que su diámetro era algo así
como de un metro, parecía estar suspendido en el aire, pero, micuriosidad me permitió ver que dos finas cuerdas lo sujetaban y fijaban a los extremos angulares del techo, su brillo era fulgurante y parecía de oro delicadamente pulido, ¿era oro? ¿Cómo podía serlo? Al mismo tiempo se notaba transparente, pues permitía ver lo que había detrás de él. Se acerco un sacerdote y tomando el reflejo del sol en una fuente con paja, recibió el fuego que luego entrego a uno de los guardianes, algo así como los Wilka Nina que preservaban el fuego que se recibía en el Koricancha. Ver el Disco era una sensación que maravillaba, era como estar frente al astro solar mirándolo cara a cara, recibiendo su energía y mostrándole respeto al mismo tiempo; un maravilloso dialogo de tú a tu que me llevo a un estado meditativo de semiinconsciencia, iniciando al mismo tiempo un viaje por la ruta del conocimiento...  Salí de este trance cuando una mano delicadamente tocaba mi hombro izquierdo, uno de los guardianes en voz baja me dijo.
-Hermano, casi todos han salido, es salón debe quedar vacio para la purificación con los humos sagrados, nos gustaría disfrutar de tu compañía en el almuerzo.
-¿Qué hora es?- pregunte
-Es el medio día, el padre sol se encuentra en el punto mas alto –respondió- por favor acompáñame.
Nos dirigimos al comedor, los frutos que la Mamapacha brinda a sus hijos estaban ordenadamente servidos sobre la mesa, para regalarnos su energía revitalizadora y parecían invitarnos a un festín. Tome unas cuantas frutas y me enfrasque en una amena conversación con tres
personas que como yo, visitaban el lugar, dos de ellos acababan de llegar muy temprano en la mañana.
-¿De donde vienen? –les pregunte.
-De aquí cerca – respondió él mas joven- íbamos de Putina con rumbo a Sandia, buscábamos un lugar donde descansar, nos encontramos con dos personas que nos dieron la bienvenida y nos invitaron a este lugar.
-¿y tu? –interrogamos al tercero.
-Yo llegue anteayer –dijo- es mi segunda vez aquí, las dos veces llegue a
través de Wilca Uta (también llamada Amaru Punku).
La conversación se torno amena y cada uno fue hablando de su lugar de
origen y sus experiencias, ocupación y vivencias personales, sin percatarnos las sombras de la noche habían llegado y tuvimos que despedirnos para ir a descansar.
El hombre que me guiaba a mis aposentos, me invitó a pasar a una habitación donde habían dos grandes mesas en las que había varios cristales finamente trabajados, me dijo:
-Ayer, dejaste un presente en la mesa de las ofrendas. Ahora puedes tomar el cristal que más te guste.
Desde mi ingreso al salón, mis ojos quedaron pegados a un cristal redondo que parecía una replica del Disco Solar que había visto por la mañana en el templo, tenia unos diez centímetros de diámetro, lo tome en mis manos y
sentí su energía y solidez, parecía atraerme como un imán y  decirme somos complemento.
-Me gusta este –pronuncie- puedo llevarlo conmigo.
-Me parece bien – respondió-  y mañana, después del saludo a Tayta Inti, tienes un paseo con el hermano Q’enko, a él le va a gustar mucho compartir el día contigo.
Me retire a mi habitación y me quede dormido rápidamente, la mañana siguiente casi me sorprendió con luz me vestí rápidamente y salí al encuentro de los hermanos que ya se preparaban a recibir al padre sol, al terminar nuestro saludo y cuando nos dirigíamos al templo del Disco Solar, se acerco a mi un hombre mayor.
-Soy el hermano Q’enko –me dijo- hoy nos toca compartir el día.
-¿Cómo estas hermano? –lo salude- ¿debo llevar algo?
-No, yo he traído nuestro fiambre -me entrego una bolsa de comida- vamos a seguir la ruta del sol.
Dicho esto nos dirigimos con rumbo  al oeste, por un instante me puse a observarlo, su larga y blanca cabellera, los surcos que adornaban su frente y sus ojos, hacían evidente su avanzada edad, pero, su espíritu era mas joven que el mío y yo tenia que esforzarme para no quedarme rezagado al seguir su ritmo de caminata, empecé a admirarlo cada vez mas, pues su conversación era muy sencilla y profunda a la vez, cuando oía mis palabras, sus ojos me animaban a continuar, y su mirada corregía mis equivocaciones, aprendí de él que es mas importante oír que hablar, y que, no es necesario contradecir al interlocutor para hacerle ver sus errores. Yo sentía que mis conocimientos se incrementaban sin que él pronunciara palabra alguna.
Al medio día tendimos una manta sobre el pasto verde y dispusimos sobre ella los alimentos que habíamos llevado, compartimos el almuerzo como dos personas que se conocen de toda la vida, éramos como dos niños que compartían el mismo juego, como dos almas que se fusionan sin pensar en otra cosa que no sea una entrega limpia y pura de perdurable amistad. El sueño con el gran cóndor comenzó a tener mas sentido, estaba frente a un gran maestro que se mostraba ante mí con la sencillez y pureza del hombre cuya inocencia vive perdurablemente en su espíritu.
El tomo la palabra y me dijo:
-Gracias Pedro, me haz enseñado mucho... 
Se me adelantaba con las palabras, era exactamente lo que estaba pensando decirle, antes de que pudiera contestarle continuo: -Tu visita esta por terminar, serás bienvenido cuando quieras volver. Quiero
agregar tres mensajes a todos los que has recibido en esta visita.
PRIMERO: Acepta lo que la vida pone en tu camino sin cuestionar si es
bueno o malo, cada suceso es una enseñanza que te sirve para madurar en el momento que viene a ti y te sirve de  preparación para el futuro.
SEGUNDO: Lo que tu piensas o sientes, es útil para ti, aprende a respetar y aceptar las ideas ajenas, si no concuerdas con ellas, muy pronto aprenderás que son útiles para la experiencia de quien  las lleva a la practica.
TERCERO: Reconoce los logros ajenos y crecerás, y cuando analices los errores de los demás, recuerda que como seres humanos somos susceptibles de equivocarnos, pero ante todo recuerda que no hay seres superiores y no hay seres inferiores, hay solamente hermanos que en comunidad alcanzaremos el desarrollo de toda la humanidad.
- TUPAYNINCHIS CAMA (Hasta que volvamos a encontrarnos)- me saludo en signo de despedida.
Yo, lleve mi mano derecha a la altura del corazón y la izquierda a la altura del ombligo inclinado la cabeza en señal de respeto, luego me erguí y no alcanzaba a comprender como es que tenia la sólida roca del Amaru Punku  junto a mis narices, por un instante no sabia ni quería comprender lo que pasaba, di un giro sobre mis pies y vi a Don Salustiano sentado frente a la puerta masticando su coca, me acerque y le dije:
-Maestro, ¿cómo sabia que volvería hoy?
-¿Volverías de donde? –replicó- no te has movido de este lugar.
-¡Pero maestro! Yo he visitado durante tres días el...
No –interrumpió- has permanecido durante treinta minutos frente a la puerta –sonrió- espero que hayas tenido un buen encuentro, ahora es tiempo de emprender el regreso.
Durante todo el camino de retorno, solo intercambiamos unas pocas palabras, a pesar de las miradas de comprensión que él me daba, yo, estaba dándole vueltas a mis ideas, tratando de encontrar una explicación a todo lo que había vivido, o creía haber experimentado, la conclusión final a la que llegue era que lo importante de todo, eran, los conocimiento que había recibido, la experiencia adquirida seria inolvidable, llegamos al día siguiente a la ciudad de Puno, muy entrada la  noche. Finalmente decidí volver al Cusco lo mas pronto posible.
A la mañana siguiente, después de un sueño reparador, hice mis maletas y me despedí de Don Salustiano y su familia  para luego embarcarme en el tren, ya instalado en un coche de segunda clase, estaba sentado frente a una pareja de esposos que serian mis compañeros de viaje hasta el pueblo de Urcos, desde donde se disponían a  abordar un camión que los llevaría a buscar trabajo en Puerto Maldonado, una interminable conversación se prolongo por algunas horas, entrados en confianza, los esposos compartieron  conmigo un poco de Kankacho (asado de cordero) que compraron  en Ayaviri, en señal de reciprocidad quise compartir con ellos un poco de coca que llevaba en mi chuspa (bolsa tejida); al abrirla comprendí por que tenia un peso mayor que el habitual, en su interior se hallaba el disco de cristal, replica del Disco Solar, que recibí como recuerdo de mi viaje a travez de la puerta mágica de Amaru Punku o Willca Uta.   
 La historia que el maestro le contó no  terminaba allí, con su lerdo andar el venerable anciano se acercó a una vitrina sobre la cual se encontraba la replica del Disco Solar que había traído  de su visita a la puerta mágica, lo puso en las
manos de Juan y le dijo:
- Este es uno de mis tesoros mas preciados, cuando yo muera quiero que lo entierres junto a las cenizas que quedaran de la ceremonia de mi despedida de difunto.
Juan abrazó a su maestro,desde la energía de su corazón, la tarea que este le encomendaba era una muestra de confianza extrema, era también una  gran responsabilidad que cumpliría a cualquier costo.
Juan ha cumplido con su promesa: La ceremonia de despedida de difunto se realizó el día 18 de diciembre de 1999, las cenizas de la ropa del maestro, acompañadas del Disco Solar reposan cerca de la comunidad de Willoc, Ollantaytambo en el departamento del Cusco, de donde era natural el
entrañable maestro Don Pedro.




                                                                                                  

                                     aramuraul@hotmail.com






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